PJ Unido: El poder comunicacional de la foto.
Del editor
Las cartas están sobre la mesa, la mano en pausa solo por ser domingo con lluvia. Dirigentes, militantes y seguidores saldrán a jugar, apenas asome el sol, ese comodín imprescindible en una elección municipal: charlar cara a cara con vecinos y vecinas, tocarles el corazón mediante el diálogo, estrechar la mano, esbozar una sonrisa y pedir acompañamiento para el 1 de octubre.
La campaña villamariense, en concreto, arrancó el viernes dos horas antes de la medianoche. Hasta allí, merodeaba alguna sospecha en la vereda del Partido Justicialista. Difusa, se veía venir la unidad.
El desafío de tener a Juntos por el Cambio por primera vez en la boleta opositora y la campaña “on fire” de Darío Capitani que, sobre el cierre se reunió, nada mas y nada menos, que con la candidata a presidente Patricia Bullrich, hacía suponer lo que terminó ocurriendo en el PJ.
Quizá la sorpresa vino en el resto de los cargos electivos de Hacemos Unidos por Villa María. A priori, candidatos a concejales sin mucha experiencia política, con perfiles emprendedores, académicos, profesionales. Claro que, en la transición, María Celeste Curetti se transformó en uno de los epicentros de la articulación Accastello-Gill. Su experiencia en la gestión y amplio conocimiento territorial, la posicionan como fundamental para la conducción. Rafael Sachetto cierra lista con su candidatura a la Auditoría.
La foto PJ del viernes por la noche, para quién escribe, ocupará un lugar central en la historia. Es el sello que pone fin a las especulaciones entre los dos líderes más importantes del justicialismo local en el siglo XXI, pero además tiene un poder comunicacional increíblemente grande.
Matiz sepia, Accastello en la punta de la mesa acaparando el final del recorrido visual. Gill a su izquierda, ya corrido del centro, sonriente pero en retirada. Bedano inmaculada, plena, lista para desempolvar su mapa sobre la mesa y planificar caminatas, mates con vecinas. Bovo muy cerca de la mano derecha del líder político, se reserva la jugada en el ejecutivo. Inglese pareciera el dueño de la lapicera, y el acta descansa en su espacio vital. Además de ser la cara de la renovación, sabe que estar en esa foto, en esa mesa, lo llena de una responsabilidad generacional. Carece de la experiencia que sí posee Carignano, que sí tiene Sachetto. Se complementan necesariamente para proponerle a la ciudadanía una transición entre gestiones. Paredes, desde su presidencia partidaria y Rosso, como paladín del “gillismo”, cierran la escena.
Al fondo se dejan ver apenas, casi en penumbras, fotos de niños en la pared, como recuerdos, todo indica una casa familiar. En los rostros se intuye una larga jornada de tensión, llamadas cruzadas y mensajes ocultos.
En menos de un mes sabremos fehacientemente si la ciudadanía brindará el voto de confianza a la continuidad del proyecto, o pedirá un cambio. El peso de la foto es innegable, lo que resta conocer es si ese peso se transformará en fuerza para avanzar, o en una carga determinante para la caída.

