OPINIÓN

Unieron al peronismo

La derecha argentina se caracteriza fundamentalmente por el odio al peronismo. Es su marca identitaria. En general no saben poner en palabras porque son de derecha. Algunos ni siquiera lo saben. Otros lo niegan. No pueden definirse por sus creencias, pero sí por lo que rechazan. Y no hablo solo de dirigentes, sino también de ciudadanos comunes.

 El voto y la identidad está marcado por el odio al peronismo. Ese odio los ciega. Prefieren la cárcel del opositor antes que la estrategia política. Prefieren la persecución y la proscripción, como si la historia no les enseñara las consecuencias de estas acciones. El peronismo nació en 1945 tras el encarcelamiento de Perón, en los 70 se multiplicó por la proscripción y el exilio del Viejo líder. La voracidad económica de los sectores de poder, que vaciaron el país en los 90 y principios del 2000, configuraron el escenario de un peronismo más alineado a su tradición histórica que al camuflaje del menemato en banderas que no representaba.

 A Perón le preguntaron “¿qué piensa hacer usted para volver al gobierno?”. Y la respuesta fue simple y contiene una vigencia extraordinaria: “Yo no haré nada. Todo lo harán mis enemigos”.

 Tras el desastroso último gobierno de Alberto Fernández y compañía, con internas por doquier y una inflación que se disparó a niveles insoportables, el peronismo nacional transitaba hasta este martes un proceso de evidente falta de representatividad que unificara a todos los sectores. La conducción de Cristina se circunscribía cada vez más a su núcleo político duro, fundamentalmente La Campora, algunos intendentes del conurbano, pocos gobernadores y un grupo mayor de diputados y senadores. La interna con el gobernador Axel Kicillof amenazaba con dinamitar el último bastión del kirchnerismo: la provincia de Buenos Aires.

 Pero, como dijo Perón, lo que no pueden hacer los propios peronistas, lo harán sus enemigos. Porque el odio los mueve más. Como si la imagen de Cristina presa y proscripta generaría en el mismo pueblo peronista la satisfacción que hoy la derecha recalcitrante vive en su cuerpo. La historia dice lo contrario y el pueblo también. La unificación peronista y todos los problemas internos se resolvieron con un fallo de la Corte Suprema de Justicia, con una sentencia escrita en la primera instancia.

 Cristina no será candidata, pero su figura se robusteció y nadie se le animará a plantear una estrategia diferente que no sea la unidad. Sindicatos, movimientos sociales, dirigentes políticos, hoy todos dispersos, se alinearon rápidamente detrás de la figura de la expresidenta.

 Ya no importa quien encabece la lista en la provincia de Buenos Aires (donde se define casi todo en las elecciones legislativas) o en el resto de los distritos, serán los candidatos de una Cristina presa y proscripta. Era mejor la idea de Cristina candidata para el Gobierno de Javier Milei y la derecha más ortodoxa. Allí contraponían modelos y su representación, más allá de encabezar el PJ nacional, no aglutinaba todos los sectores a lo largo y ancho del país. Ahora sí.

 El Gobierno podrá ganar las elecciones, es favorito. Pero tendrá que transpirar la camiseta y pelear con militancia y medidas en favor de las mayorías en estos meses para contraponer el peso de un peronismo unificado, no solo en Buenos Aires, sino en gran parte de la Argentina.

 Córdoba, tal vez, es la excepción por las características del peronismo cordobés que no se alinea ni alineará detrás de la estrategia política del PJ nacional dominado por el kirchnerismo. Sí habrá una lista “K”, o algún armado por fuera del cordobesismo que representan Martín Llaryora y Juan Schiaretti (¿con Natalia De la Sota candidata? Fue la única que mostró su apoyo a la expresidenta en la provincia). Pero el resto de las provincias, no por amor de los dirigentes, sino por el mandato de sus bases, tendrán que repensar la unidad tras el fallo de la Corte Suprema.

 Cambió el escenario. Cambió la política argentina. Se abre una etapa de fuertes debates y una campaña nacional a todo o nada. La derecha dejó renacer al moribundo, como lo hizo siempre en la historia. Lo deberá vencer en las urnas ahora y en 2027. Porque el peronismo siempre le va a dar pelea.

 Ojalá que vuelva la tradición democrática de disputar poder en la calle, en la militancia, en el campo de las ideas. El centro político es el ámbito de encuentro de este debate permanente. La mayoría de la dirigencia está en el centro (un poquito más a la izquierda, un poquito más a la derecha). La Justicia no es el ámbito de discusión ni mucho menos para poner o sacar de juego a dirigentes. Lo decía José Manuel De la Sota. Luis Juez hizo una reflexión sobre el fallo contra Cristina que también merece escucharse. La derecha antiperonista no aprende. El peronismo ha regresado.

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